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En nuestro post anterior sobre técnica narrativa decíamos que el conflicto es el primero de los ingredientes de una buena historia.
El primero de los escollos que deberemos superar para aprender cómo escribir una novela.
Pero, ¿es eso así?
Consideremos la siguiente historia:
John es un abogado recién licenciado que trabaja para una gran firma de abogados y que siempre ha soñado con tener éxito y hacerse rico con ese trabajo. Sus jefes están contentos con él tanto en el plano profesional como en el plano personal, así que a nadie le extraña que pase a convertirse en el socio más joven de la empresa después de haber llevado el caso de un cliente especialmente importante.
Y ahora pasemos a considerar ésta otra:
John es un abogado recién licenciado que trabaja para una gran firma de abogados y que siempre ha soñado con tener éxito y hacerse rico con ese trabajo.
Al incorporarse a la empresa no consigue conectar con sus superiores y eso le hace sentirse incómodo dentro de la firma por bien remunerado que esté su trabajo.
En el plano personal podría decirse que John es feliz en su matrimonio, aunque se esté distanciando algo de su mujer últimamente debido a que los intereses humanitarios de ésta la hacen no ver con buenos ojos su incorporación a una firma de abogados con fama de despiadada.
Al poco tiempo de empezar a encargarse John de su primer caso, es despedido sin previo aviso.
Le cuesta encontrar trabajo después de eso. Tiene alguna que otra oferta, pero no es nada comparado con lo que él cree merecer.
Un día descubre que un investigador a sueldo de la firma le está siguiendo.
Esto le hace tomar la decisión de seguir profundizando en el caso en el que estaba trabajando cuando fue despedido, hasta descubrir una oscura trama mediante la que la firma se ha estado enriqueciendo de modo ilegal a costa de una asociación benéfica financiada con fondos públicos.
Al destapar esta trama, John consigue el reconocimiento como abogado al tiempo que encuentra un terreno común con los intereses de su esposa.
Si no hay conflicto, no hay historia
Ésta es una de las frases que deberíamos tener marcada a fuego en nuestra memoria antes de ponernos a escribir.
En la primera de las dos historias propuestas, John tiene exactamente la mujer y el trabajo que siempre ha deseado. Cualquiera podría anticipar que tendrá un futuro exitoso dentro de la firma de abogados que lo acaba de contratar. Y si un lector puede anticipar qué es lo que sucederá a continuación, nada empujará al ese lector a leer la siguiente página de una novela. Cada fin de página será una valiosa oportunidad de cerrar el libro y ponerse a hacer algo más productivo. De hecho, si el lector decide seguir leyendo será sólo porque cree que no puede ser tan fácil y que tiene que haber algo más.
En la segunda, en cambio, el personaje principal deberá hacer frente a varias dificultades. Deberá luchar por hacerse un hueco en la firma que lo acaba de contratar, encontrar un nuevo trabajo después de haber sido despedido, descubrir por qué lo sigue un detective contratado por su antigua firma… ¡y todo ello mientras intenta resolver las diferencias personales que tiene con su esposa!
¿Cómo conseguirá John hacer frente a cada una de estas situaciones? Eso es lo que el lector quiere saber.
Estos conflictos serán los encargados de hacer que nuestra historia avance… y de hacer que el público tenga algún motivo para leer la siguiente página de nuestra novela o de ver el siguiente minuto de nuestra película.
Pero, ¿qué es el conflicto y cómo se crea? ¿Qué tipos de conflictos hay?
Vamos a verlo en el siguiente post.
Es una avance…
Completamente de acuerdo. Si no hay conflicto no hay historia y seguramente tampoco una buena razón para leer una novela.
Mierda, quiero saber qué pasó con John…
¡Buena entrada!