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Si no has leído la entrada dedicada a las 10 reglas para inventores aplicadas a la escritura, tal vez sea hora de que las conozcas y pienses un poco sobre ellas antes de seguir adelante.
Lo que hoy vamos a hacer es empezar a aplicar esas diez reglas al mundo de la escritura creativa. ¿Tienen algún sentido?
Veamos cómo podemos utilizar el pensamiento creativo de los inventores en nuestro propio beneficio:
1. No habrá ninguna necesidad a la que no dediquemos nuestra atención
El crear una novela convincente es un trabajo que tiene muchas facetas. Algunos se sentirán cómodos diseñando personajes, otros escribiendo diálogos, los habrá que prefieran diagramar escenas y también estarán los que se sientan más a gusto dejando que sea su voz interior la que los guíe a la hora de escribir su obra.
Pero, si nuestro objetivo real es el de escribir una novela de la que nos sintamos orgullosos, una obra que nos deje con la sensación de haber hecho un buen trabajo, deberemos esforzarnos por dominar todas y cada una de las técnicas necesarias para ello… especialmente aquéllas que nos resulten más costosas o aburridas: aquéllas que nunca llegaremos a dominar si no es gracias a nuestra voluntad.
2. Ningún trabajo será dejado de admirar
Siempre se puede aprender algo de un libro. O de un relato. O de una noticia. Incluso de un eslogan publicitario. Para empezar, podemos aprender a distinguir entre lo que queremos conseguir con nuestra prosa y lo que no queremos conseguir con ella. El efecto que deseamos causar en nuestros lectores y el que por nada del mundo nos interesaría provocar en ellos. Todo esto lo descubriremos sólo si leemos con atención todo lo que cae a nuestro alcance, no sólo las obras universalmente calificadas como maestras.
Además, como decía la regla original, cada lectura puede encender algo en nuestro interior, haciendo estallar ideas que ni siquiera éramos del todo conscientes de tener dentro de nosotros.
3. El propio esfuerzo es la recompensa
Hace algún tiempo le preguntaron a Edmund White en una entrevista si le gustaba escribir. Su respuesta fue tan clara como concisa: «No. No demasiado. Me gusta haber escrito. No me gusta escribir. Es una tortura. Pero lo hago de todos modos.»
La historia de la literatura está llena de citas similares a ésta que, entre la verdad y el mito, son atribuidas a todo tipo de escritores… algunos de ellos realmente grandes. Y es que escribir supone un gran esfuerzo. Sí al menos cuando se intenta escribir bien.
Siempre he desconfiado de aquellos autores que dicen producir sus obras gracias a una flujo de palabras surgido de su interior. Puede que así se pueda escribir un primer borrador, pero para escribir la versión final de algo, ya sea una novela, un guión o un simple relato breve, es necesario sudar cada palabra. Cada palabra que se pone y, sobre todo, cada palabra que se quita, aunque sobre este tema ya volveremos más adelante.
Esos autores que dicen escribir sin esfuerzo, o bien mienten, o bien tienen un corrector al que pagan muy bien por hacer su trabajo.
Así que debemos tomarnos cada palabra que logramos ganar a este esfuerzo como una victoria. Aunque finalmente dejemos de lado nuestro manuscrito en favor de una historia más fácil de vender o cuyo esquema tengamos más claro en la cabeza, cada frase será un nuevo paso hacia nuestra meta final…
4. Un error no es más que un experimento
…incluso en el caso de que sea una frase errónea.
Me atrevería a decir que sobre todo en el caso de que sea una frase errónea.
Saber qué es lo que NO queremos hacer con nuestra prosa es tan importante como saber qué es lo que SÍ queremos hacer con ella. Es algo que a menudo se olvida en el fragor de la batalla, pero, si conseguimos evitar todo lo que no queremos hacer… es lógico pensar que llegaremos por eliminación a la meta deseada.
Un fracaso no es más que una oportunidad de aprender qué es lo que hemos hecho mal para evitarlo en un futuro.
Por eso los errores no deberían repetirse jamás. Un error es una oportunidad de aprender, sí, pero ese mismo error cometido por segunda vez ya sólo es una pérdida de tiempo.
5. Las pequeñas piezas aparentemente inconexas son de una importancia vital
Lleva siempre una libreta encima. O apunta tus ideas en el papel que tengas más a mano, ya sea un recibo del banco o la servilleta de una cafetería. Instala en tu smartphone alguna de las muchas aplicaciones gratuitas que hay para tomar notas. Algunas de ellas son realmente buenas.
Pero, sobre todo, estate siempre abierto a las ideas que te surjan.
Aunque te parezca que no vas a necesitar nunca esas ideas, apúntalas y guárdalas como si fueran tu más preciado tesoro, porque eso es precisamente lo que son.
Te sorprenderá el número de conexiones que vas creando con ellas a medida que avanza ese trabajo con el que no tenían nada que ver. De verás que te sorprenderá.
La semana que viene volveremos con la última de las entregas dedicadas a estos consejos de inventores para escritores. ¿Estás de acuerdo con estos consejos? ¿Te sirven de algo en tu día a día como escritor?
Nos encantaría que nos dejaras un comentario hablando de ello.
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Gracias por leer…
Muy buen articulo, solo agregaría, que en verdad escribir es un oficio, y como tal se puede aprender. Hay técnicas las cuales sei se aprender, ayudan a redactar mejor. Pero como siempre el consejo: solo probando y escribiendo se aprende.
Me sirven de mucho sus consejos, gracias.
Maravillosos consejos, les agradezco.
Agradecida por los consejos, no moriré en el intento.