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No es la primera vez que os hablo del conflicto, pero nunca me cansaré de repetir lo importante que es a la hora de contar una historia.
Cuanto antes le presentes al lector el conflicto interno de tu protagonista, antes le ofrecerás la oportunidad de interesarse por él y, en general, por la historia que le estás contando.
El problema es que hay algunos autores que no tienen tan claro esto que os acabo de explicar.
[bctt tweet=»Cuanto antes le presentes el conflicto al lector, antes le harás interesarse por tu protagonista»]
Historias porque sí
Hace no demasiado estaba leyendo una novela de humor de cuyo nombre no quiero acordarme (a todo esto, si alguno de vosotros quiere rastrear mis lecturas estaré encantado de que seamos amigos en Goodreads ;)). No me estaba gustando demasiado, pero seguí leyendo para ver si sucedía algo que captara mi interés.
¡Y vaya si sucedieron cosas!
Antes de llegar a la página 150, había leído ya:
- La biografía detallada de todos los personajes, tanto principales como secundarios.
- Asesinatos.
- Varias escenas de sexo.
- Una escena de canibalismo por venganza.
Pero aún no sabía por qué estaba leyendo nada de eso, porque el autor no me había presentado el conflicto principal.
Éste es un error que se da en muchas novelas humorísticas (y todos sabéis que es un género que me interesa mucho, sólo tenéis que que reparar en mi novela ‘Su muerte, gracias‘), porque algunos autores entienden este tipo de novelas como una sucesión de gags y se despreocupan de todo lo que tenga que ver con la estructura narrativa.
Nada que ver con lo que hacen grandes del género como Terry Pratchett, del que ya os hablé en otra entrada.
Y es que, ¿qué sentido tiene leer una escena, si nadie nos explica lo que significa para su protagonista?
El conflicto es la lucha entre dos o más fuerzas opuestas que crean una tensión que se resolverá o no al final de la historia.
Dicho de otro modo: es la distancia que separa al protagonista de lo que más desea en el mundo.
[bctt tweet=»¿Qué sentido tiene leer una escena, si no sabemos lo que significa para su protagonista?»]
Como siempre, cualquiera puede poner excepciones a esta regla.
De hecho, clásicos como ‘La conjura de los necios‘ no presentan un conflicto claro más allá del MacGuffin que supone su denuncia contra una sociedad «tan carente de teología y geometría, como de decencia y buen gusto».
De acuerdo. Hay quien ha escrito novelas que han llegado al gran público a pesar de haberse saltado esta norma. Pero eso no quiere decir que el mejor modo de llegar al público sea saltársela 😉
¿Qué opináis de esto?
Yo opino igual. Una historia sin conflicto es difícil de leer. O es tan excepcional en otros aspectos que te olvidas de esto, o se hace eterno de leer. Muchas historias sin conflicto están vacías y da la impresión de que lees sin estar leyendo nada. Con lo frustrante que es eso además.
El conflicto es una motivación para leer. No creo que haya que exponerlo en la primera página, y a veces sí. Tampoco creo que tenga que ser genial. Lo ideal es lo ideal, pero no siempre el autor da en la tecla a la hora de decidir y exponer el conflicto principal. Y, sin embargo, sí creo que un conflicto, mejor o peor, es decisivo para interesarse por lo que lees.
¡100% recomendable tener uno!
A veces confundimos conflicto con «explosiones por doquier», y no caemos en la cuenta de que un conflicto puede ser alguien que, simplemente, se encuentra incómodo por algo.
Como siempre, un placer leerte, Rafa.
Coincido con ambos. Confundimos conflicto con «catástrofes», acción desmedida, explosiones, como bien dices. La verdad es que la narración tiene que ser demasiado interesante e incluso tener otros detalles que hacen rica la historia, como para olvidarnos del conflicto, como lectores. Y para ser sinceros: no somos John Kennedy Toole. Ignatius Reilly te hace olvidar si llevas ropa encima al momento de leerlo, y eso lo logran pocos.
Gracias Abel, un placer como siempre.
Saludos!
como andas Abel, muy interesante el articulo. Mencionas el MacGuffin, haciendo referencia a historias parecidas a «Buscando al Soldado Ryan»? novelas como «Detectives salvajes» es un buen ejemplo de ello. Respecto a novelas sin una trama clara sería mitad poesía en prosa, mitad novela, tipo las novelas del Nouveau Roman. En un manual que no recuerdo el nombre, decía que una cosa era el talento narrativo y otra cosa, el talento literario. Soy de la idea de que escribir literatura sin una trama cayó un poco en desuso, pero claro, el mercado da para todos los gustos, gracias a Dios. Me gustaría hables sobre el recurso del «Hareng Saur», las falsas pistas, que a veces pasan como digre
siones y que Hitchcock tanto usaba, un abrazo! A.
¡Tomo nota! Las falsas pistas son muy útiles siempre y cuando no nos saquen de la narración. Gracias por pararte a comentar, Andy 😀
Gracias, como siempre, por pararte a comentar 😀