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Gianni Rodari fue un escritor, pedagogo y periodista italiano especializado en literatura infantil y juvenil.
Como adulto aficionado a la literatura infantil, tengo que reconocer que Gianni Rodari es una de mis debilidades. Por eso os he hablado de él ya en alguna otra ocasión, como en esta entrada en la que os hablaba de algunas de las técnicas de creación de historias que Rodari menciona en su ‘Grámatica de la fantasía‘.
¡Técnicas como el binomio fantástico o el desarrollo insólito de una palabra pueden dar excelentes resultados a la hora de escribir una historia destinada al público infantil!
Pero, cuando hablamos de literatura infantil, siempre surge la consabida pregunta: ¿cómo puedo hacer que mi hijo lea?
De eso me ocuparé en una futura entrada. Porque lo que quiero hoy es compartir con vosotros las 9 formas de enseñar a un niño a odiar la lectura de las que habla Gianni Rodari en su ‘Escuela de fantasía‘.
Este libro ha sido reeditado este mismo 2017 por la editorial Blackie Books, así que… ya estás tardando en hacerte con él si te interesan tanto la literatura como la educación infantil.
1. Presentar el libro como lo contrario de la televisión
«En vez de ver la tele, deberías estar leyendo». De frases como esta no puede salir nada bueno. Es cierto que la mayoría de niños pasan demasiadas horas frente al televisor (lo que puede llegar a ser un problema, especialmente si este está encendido), pero no tiene sentido que les enseñemos que los libros son lo contrario de esos dibujos animados que tanto los divierten. Mejor emplear otro tipo de acercamientos que no los espanten.
2. Prohibirle leer comics porque estos son «libros malos»
Dejando a un lado que esto solo podría decirlo alguien que no ha leído un comic en su vida, los comics pueden ser una excelente entrada a otro tipo de lecturas… ¡y unas excelentes experiencias literarias en sí mismos! Igual que sucedía en el primer punto, contraponer la lectura a algo que el niño considera divertido nunca será una buena idea.
3. Decirles a los niños de hoy que los de antes leían más
¿Cuándo es ese antes? ¿Podemos decirle eso a un niño sin que se nos caiga la cara de vergüenza, cuando es ahora cuando tenemos un mayor índice de alfabetización? Sea como sea, los niños son las criaturas del presente por antomasia. Y diciéndoles que los libros son cosa del pasado, lo único que conseguiremos será que huyan de ellos a la menor oportunidad.
4. Considerar que los niños tienen demasiadas distracciones
Decir esto equivale a no entender la vida de los niños de hoy en día. Lo importante no es lo vacía o lo llena que un niño tenga su agenda, sino el lugar que los libros tienen en ella. Y me temo que los libros tendrán en la agenda del niño el mismo lugar que tengan en la de su familia.
5. Culpar a los niños si no les gusta leer
El niño nunca tendrá la culpa de que no le guste leer. Si no le gusta leer, será siempre porque los libros que han llegado a sus manos no han conseguido conectar con ninguno de sus intereses. El mercado editorial, por desgracia, lo llevamos los adultos, y no siempre logramos conectar con esos intereses ni mucho menos. Sigamos buscando hasta encontrar el libro adecuado.
6. Transformar el libro en un instrumento de tortura
La copia de textos para practicar la caligrafía, la división silábica, el análisis gramatical, el morfológico… La lectura muchas veces deja de considerarse un fin en sí misma para convertirse en un medio para el estudio de «cosas serias». Y cualquier niño con dos dedos de frente no puede más que tratar de escapar de semejante tortura.
7. Negarse a leer a los niños
Muchos padres dejan de leer a sus hijos en cuanto estos aprenden a leer. Es bueno que los niños sean autónomos. Es, de hecho, muy conveniente. Pero ser autónomo no significa hacer todo por uno mismo, sino «poder» hacer todo por uno mismo. Estoy seguro de que cada uno de los miembros de tu unidad familiar no se hace su propia comida, ¿verdad? Pero «podríais», llegada la hora. Apliquémosle esa misma filosofía también a los niños, porque la lectura en voz alta puede servir para crear momentos de complicidad y fortalecer los vínculos familiares. Intentemos que los niños asocien la lectura a estas sensaciones placenteras.
8. No ofrecerles suficiente variedad
Si nosotros no leemos el primer libro que cae en nuestras manos, ¿por qué deberían hacerlo los niños? Deja que tu hijo revuelva en librerías y bibliotecas hasta elegir por sí mismo su próxima lectura.
9. Obligarlos a leer
No hay sistema más infalible para que un niño odie la lectura que el simple obligarlo a leer. Pruébalo. O mejor, deja que lo prueben otros.
¿Cometes tú alguno de estos errores?
Tal vez sea hora de hacer examen de conciencia, ¿no crees?
¡Un abrazo lector!
Quisiera incluir un punto a tu lista: Incluir libros como «La Celestina», «El libro del buen amor», «Don Quijote de la Mancha» como parte de la lectura escolar. Aborreci la lectura a base de leer estos libros. Recuerdo como amigos mios de otros colegios hablaban con pasion de «Moriras en Chafarinas» mientras yo me preguntaba por el interes que nadie pudiera tener en leer «La Celestina».
Totalmente de acuerdo, Jose. El Quijote es un libro de lo más divertido (por poner un ejemplo), pero si se lo «embuchamos» a un adolescente antes de tiempo no haremos más que hacerlo salir espantado. Yo siempre he sido partidario de la libertad lectora.
¡Abrazo!
A mí me pasó al revés. Leímos La Celestina en bachillerato y me encantó.
Los otros que mencionas no los leímos y sospecho que me habrían parecido aburridos.
Supongo que depende también de la edad que tengas dentro de la etapa escolar. Por lo que cuentan otras personas (no sé en qué año sería cuando lo leyeron) puede que en muchos casos quizá se lean demasiado pronto.
Por no hablar de que cada niño tiene sus propios gustos, claro.
Mi hija de seis años ha disfrutado un montón de una versión infantil del Lazarillo, por ejemplo, pero estoy seguro de que a otros niños les hubiera parecido infumable.
Gracias por pararte a comentar, Fernán 🙂
Tu artículo me ha parecido genial. Llegué a los libros a la vez que los cómics. Creo que me sirvieron mucho para iniciarme en la lectura… Empezando con géneros que muchos denostaban como «no verdaderos libros», como la ciencia ficción. Luego llegaron los demás géneros, los grandes clásicos, la poesía, los ensayos… intentar tener una pequeña biblioteca en casa. Mis hijos son pequeños pero procuro dar ejemplo, que me vean leer y regarlarles muchos libros para que vayan empezando su biblioteca particular. Gracias por los consejos, los tendré presentes
Ahora mismo estoy leyendo un libro de Terry Pratchett sobre el que saldrá un futuro artículo (se titula ‘A slip of the keyboard’, creo que no se ha traducido aún al castellano), y menciona algo relacionado con eso que comentas: muchos libreros le solían dar las gracias por sus novelas de Mundodisco porque, gracias a ellas, luego los jóvenes podrían pasar a leer «otro tipo de textos».
Nunca me dejará de sorprender que en muchos sitios se diferencie entre libros buenos y malos según su género, y no según su calidad.
Aunque, claro, siendo como soy autor de humor fantástico y literatura infantil, qué voy a decir yo :_)
Abrazo fuerte, Santiago.
Con el sistema educativo actual lo raro es que haya niños a los que les guste leer. Y bueno, otro tema que daria para otra entrada, lo mismo digo en el caso de niños que les guste escribir.
Es curioso: hay niños que escriben de corrido cuando hablan de temas que les resultan interesantes, pero que son incapaces de hacerlo en esos horribles ejercicios que se usan normalmente para aprender a distinguir entre letras como la g y la j («el jaguar fue a la guerra», etc.). Al final todo es un tema de motivación. Que dicho así parece fácil, pero lo cierto es que, con los recursos que tiene en el aula un profesor tipo, es bastante difícil de conseguir :-/
Gracias por pararte a comentar, Álvaro.
Muchas gracias Abel por compartirnos tan interesante artículo, que Dios te bendiga y te ayude siempre.
Gracias por pararte a comentar, José 🙂
Un estupendo, y necesario, artículo. En el instituto donde trabajo aún se sigue obligando a leer a los niños, aunque hayan cambiado a Cervantes por César Mallorquí en un intento (infructuoso) de incitar a la lectura. Todo el mundo sabe que eso no funciona, que las palabras «lectura» y «obligatoria» son antitéticas, que no sirve de nada. Pero es dificilísimo detener la inercia de décadas. El sistema educativo es como un monstruoso camión que circula demasiado rápido y con demasiada carga: le resulta imposible maniobrar a tiempo.
Muchas gracias por tus palabras 🙂
Cada vez que hablo con algún docente siempre aparece ese camión tarde o temprano, con su pesada carga y esa inercia de la que hablas. Esperemos que entre todos podamos ir aligerándolo poco a poco, pero si no hay una clara voluntad política por parte de los que legislan y dotan de medios a los colegios…
Abrazo.
Excelente artículo, Abel! Gramática de la Fantasía, y la serie Ejercicios de Fantasía y Escuela de la Fantasía deberían ser libros obligatorios para el trabajo pedagógico.
Di clases de música durante muchos años, con niños principalmente, y es excepcional la manera en que los métodos y el criterio de Rodari sigue vigente.
Hace poquito hice un post sobre el Binomio Fantástico en mi blog, causalmente, y de cómo esta técnica lanza chispas a la imaginación de uno como escritor. Aquí te dejo el link por si quieres echarle un ojo: http://deletrasnosenada.com.ve/binomio-fantastico-gianni-rodari/
Un abrazo, Abel! Saludos desde este lado del charco!
Ahora mismo voy a echar un vistazo a tu artículo 🙂
Rodari me gusta mucho como escritor, pero tengo que reconocer que me parece aún más valioso como pedagogo. Los niños son más inteligentes que nosotros. Más creativos, más valientes. Y a menudo me da la sensación de que las metodologías de enseñanza más comunes las hemos diseñado más a nuestra imagen y semejanza que a la suya.
¡Abrazo fuerte!
Comienzo aclarando que soy profe de Lengua y Literatura en un IES. Defender a Rodari es apostar por caballo ganador, por tanto no me opongo a ninguna de tus opiniones, ¡faltaría más! Y estoy de acuerdo con el «Decálogo del Lector», de Pennac. Comulgo con vosotros en que la obligatoriedad sumada a textos nada cercanos al alumnado producen un resultado muy negativo: recuerdo que nunca fui capaz de leer La tía Tula por mucho que se empeñaron mis profes de bachillerato. Pero os quiero proponer una forma distinta de leer a los clásicos en Primaria y Secundaria. A partir de textos adaptados en Primaria y de capítulos aislados o aventuras que suceden en varios, en Secundaria. Les pido que lean una serie de páginas en casa, subrayen lo que les llame la atención por la razón que sea (emocional, por disgusto, asombro, etc.). En clase leen por orden lo que subrayaron y explican el porqué, abrimos a raíz de esta intervención un hilo de diálogo en el que el profe es uno más (no el experto). Con el conjunto de aportaciones somos capaces de entender mejor, disfrutar más, de expresarnos y de hacer que la vida entre en el aula. Esta metodología se llama TERTULIAS LITERARIAS DIALÓGICAS podéis leer «Compartiendo palabras», de Ramón Flecha). ¡Un abrazo!
Bienvenido, Alfredo. ¡Siempre es genial tener un profe por estos lares!
Me ha encantado esa metodología que has compartido con nosotros, me apunto el título del libro de Ramón Flecha porque seguro que guarda más ideas interesantes.
Abrazote.
También me aficioné a leer a través de los cómics. Yo creo que hay que dar ejemplo a los niños leyendo mucho. Que nos observen y será la mejor lección. Cada persona tiene sus preferencias y no podemos abordar todos los géneros. Lo que yo necesito para mi desarrollo es diferente a lo que tú necesitas. Lo que escribo yo, otros jamás lo escribirían. La metafísica me ayudó mucho en mi evolución personal. También la fe en Dios.
Excelente artículo.
«Veinte leguas sobre un viaje submarino,Julio Verne, fue mi primera lectura a la edad de 8 años.Me encana leer los clásicos y los actuales por internet. He publicado tres libros infantiles y tengo un premio nacional por mi país: Venezuela.Excelente tu trabajo Abel Amutxategi