Una breve introducción a la estructura en tres actos

Abel Amutxategi

La verdad es que no es demasiado complicado tener ideas para escribir un libro. Y, si me apuráis un poco, podría llegar a decir que tampoco es demasiado complicado tener BUENAS ideas para escribir un libro.

Podemos pensar que sería interesante contar con un mago en nuestra historia, o con grandes explosiones, o con un padre desaparecido tiempo atrás que surge cuando uno menos se lo espera como regresado de la muerte, o con un circo de aspecto clásico, o con una aviadora de armas tomar.

Todas ellas podrían ser buenas ideas a partir de las que desarrollar una novela.

Pero, si introducimos todos estos elementos dentro de nuestra historia sin orden ni concierto, por mucho que nos parezca que estos elementos son interesantes tomados uno a uno, no obtendremos más que un batiburrillo del que el lector va a poder extraer poco más que un gran y sonoro interrogante acerca de qué demonios estábamos intentando contar realmente con nuestro libro.

Para eso, para intentar que todos estos elementos tengan un lugar dentro de la historia, tenemos la:

Estructura en tres actos

A todos nos es más que familiar la estructura de Planteamiento, Nudo y Desenlace, pero nosotros cambiaremos estos términos por los de Primer Acto, Segundo Acto y Tercer Acto para ceñirnos a las convenciones más comúnmente aceptadas en el mundo de la narrativa, no ya sólo literaria, sino que también audiovisual.

El Primer Acto es lo que muchos autores han dado en llamar el Mundo Ordinario. En él describiremos cuál es la situación de partida de nuestra historia. Cuál es la vida de cada uno de los personajes principales, cuáles son sus mayores virtudes y sus peores defectos, y qué es lo que desean. También deberemos explicar al lector cuáles son las reglas por las que se rige el universo en el que se desarrolla nuestra historia. Este Primer Acto ocupará el 25% del manuscrito final.

A lo largo del Segundo Acto, que será el más largo de todos ocupando alrededor del 50% del manuscrito final, el protagonista deberá enfrentarse a una situación de conflicto que le obliga a desplazarse a un Mundo Especial muy diferente de ese Mundo Ordinario en el que se desarrollaba el Primer Acto. El protagonista tendrá que aprender a vivir en ese mundo y, una vez conseguido esto, tendrá que actuar para resolver dicho conflicto enfrentándose a sí mismo.

El punto álgido de este enfrentamiento desembocará en el Tercer Acto. Este Tercer Acto ocupará el 25% restante del manuscrito y se centrará en la Resolución del conflicto. Al enfrentarse a sí mismo, a sus miedos y sus temores, el protagonista morirá simbólicamente y resucitará convertido en una persona diferente… al menos en el caso más ideal, porque el hecho de que alguien no sea capaz de vencer sus temores también puede dar pie a una historia redonda como ya veremos más adelante.

Siguiendo con la metáfora que hemos empleado más arriba, si el Primer Acto sucede en el Mundo Ordinario y el Segundo Acto se desarrolla en un Mundo Especial, este Tercer Acto se desarrollaría en lo que Christopher Vogler dio en llamar la Caverna más Profunda: un lugar en el que todo está perdido y del que el protagonista no tiene ninguna esperanza de salir bien parado.

Estos tres actos están separados por dos de las escenas más importantes de nuestro guión o nuestra novela: el Primer Punto de Giro, que separa el Primer Acto del Segundo, y el Segundo Punto de Giro, que hace con propio con el Segundo Acto y el Tercero.

Pero, ¿qué son exactamente los Puntos de Giro y qué información deberemos incluir en cada uno de estos tres actos?

Estate atento a nuestro Taller Literario y pronto lo sabrás.

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6 comentarios en «Una breve introducción a la estructura en tres actos»

  1. Pingback: Bitacoras.com
  2. Esta ha sido una de las entradas más interesantes que he leído en este blog. Me he llevado una cantidad tremenda de desilusiones por trabajos que pintaban una trama prometedora, y por no respetar adecuadamente algo tan evidente y simple como lo es la Estructura Narrativa (afectando o abusando de los "actos"), terminan haciendo de la lectura una historia amorfa, inestable y poco atractiva de sobrellevar. Aunque algo básico, es un excelente recordatorio y una lección imprescindible para todos los que nos dedicamos a esto.

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